jueves, 23 de septiembre de 2010

DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER


Hace un tiempo terminé de leer el libro “De qué hablo cuando hablo de correr” del escritor japonés Haruki Murakami (Kioto,1949).
Desde el mismo título el libro es fiel a su contenido. Murakami habla de correr y de todas las reflexiones que se pueden hacer al respecto.
Con una sencillez extrema relata sus entrenamientos, sus pensamientos mientras corre, sus ilusiones y sus retos, sus lesiones y sus lamentos, el vínculo entre su profesión y la práctica deportiva… en definitiva, de todo lo que envuelve la vida de un corredor. Su condición de escritor le permite expresar con palabras aquello que los demás solo sabemos que existe, pero que no sabemos explicar y, mucho menos, poner sobre el papel.
La lectura es tan fluida como sus rodajes. Como buen “popular” huye de la exageración, lo cual no quiere decir que no tenga sus “momentos”, de los que nos hace partícipes a través de sus páginas.
Mientras leía el libro, anoté algunos párrafos, quizá los que más me llamaron la atención en ese momento. He aquí una muestra de ellos.

“Si hay algo que merece la pena hacer, entonces se merece que demos lo mejor de nosotros, incluso aún más allá de lo mejor”.

“Aunque no haya comunicación entre corredores, hay cosas que se sobreentienden y que se comparten”.

“Correr cada día es una forma de vida para mí, por eso no voy a abandonar tan solo por estar ocupado. Si usara esto como excusa para no salir a correr entonces lo dejaría de hacer para siempre”.

“No me importan las marcas en las que pueda correr. Puedo intentarlo tanto cuanto quiera pero dudo que vuelva a ser capaz de correr con solía hacerlo. Estoy preparado para aceptar esto. No es una de las realidades más felices, pero es lo que pasa cuando te haces mayor. Así como yo tengo mi propio papel que desempeñar, el paso del tiempo también lo tiene. (…) Uno de los privilegios otorgados a las personas que han evitado morir jóvenes es el bendito derecho a hacerse viejos. El honor a la decadencia física está esperando y tu debes acostumbrarte a esa realidad”.

Si decidís leerlo podréis disfrutar del relato de un marathón en soledad desde Marathón a Atenas y morirte de sed con él. O de cómo superar el terror en un triatlón y medio ahogarte en el agua.

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